Hace 5 años, casi por accidente, se creó algo que superó todo lo previsto: se construyó una comunidad, un espacio seguro para la alegría, el consuelo y la solidaridad.

Era el 27 de marzo del 2020, y la isla vivía el peso de una encrucijada que ninguno de nosotros había experimentado jamás. El COVID-19 nos obligó a refugiarnos en nuestras casas, distanciados unos de otros, mientras afuera el miedo y la ansiedad crecían junto a las cifras diarias de contagios y muertes. Llevábamos 12 días de encierro obligatorio.

Mientras el mundo se detenía ante una pandemia que nos obligaba al aislamiento, yo buscaba una forma de seguir adelante. En ese momento en el que el mundo entero estaba aprendiendo a vivir con la pérdida, yo llevaba un camino recorrido con ese dolor.

Cuando la música se convirtió en terapia

Esa tarde de 27 de marzo, mientras reorganizaba el closet para donar la ropa de mi esposa Joy Lynn (QEPD), quien murió a comienzos de 2020 (3 meses después del fallecimiento de mi padre), y en medio de un proceso doloroso que representaba para mí la aceptación total de su ausencia física, encontré mis viejos discos de vinilo. En ese instante, la nostalgia se mezcló con una chispa de inspiración. Quizás fue Joy quien, desde donde esté, me empujó hacia ellos. Quizás fue casualidad, pero lo que haya sido me dio un respiro.

Los primeros meses de 2020 me retaron en formas que nunca imaginé. Atravesábamos una pandemia global y yo, con mis hijos a mi lado, entendí que necesitábamos un respiro. Esa noche, instalé mis tocadiscos, mixer y bocinas en la sala de mi casa y comencé a tocar algunos de mis discos favoritos con la mejor compañía: mis dos hijos.

Al mismo tiempo hice una transmisión en vivo a través de Facebook pero lo que sucedió después superó cualquier expectativa: más de 10,000 personas se conectaron, compartiendo mensajes, bailando desde sus casas, creando una comunidad virtual cuando más la necesitábamos. Una fiesta gigante que servía de oasis a una comunidad de gente que lo necesitaba.

Carlos Cobián sonriendo mientras actúa como DJ en El Party De Carlos

Algo de luz en un mundo oscuro por la pandemia

Recuerdo ver a mis hijos bailando en la sala, sonriendo conmigo. Las notificaciones no paraban de llegar: «Gracias Carlos, por fin pude olvidarme por un momento de todo esto», «Mi familia entera está bailando en la sala gracias a ti», «No sabía cuánto necesitaba esto».

Cada mensaje era fortaleza. Cada persona que se unía, un recordatorio de que no estábamos solos en nuestra lucha contra la soledad y el miedo a lo desconocido. Mientras las noticias hablaban de hospitales colapsados en España e Italia, nosotros creábamos durante unas horas un espacio para la esperanza y la alegría.

El toque de queda impuesto por la gobernadora Wanda Vázquez desde el 15 de marzo había vaciado nuestras calles. El silencio en San Juan era inquietante. Pero en nuestros hogares, la música comenzaba a sanar heridas invisibles.

La música como terapia

Lo que comenzó como una forma de terapia personal se convirtió rápidamente en algo más grande. El 4 de abril realicé mi segunda transmisión, esta vez con nombre oficial: El Party De Carlos, gracias a la recomendación de mi equipo de trabajo. La respuesta fue abrumadora. De nuevo miles de mensajes inundaban la pantalla, todos conectados por la música y la necesidad compartida de encontrar una nueva forma de disfrutar desde el encierro.

Desempolvaba mis discos, preparaba alguna sorpresa visual, y me entregaba completamente a la música y a la energía que ustedes me transmitían. Por unas horas, el dolor cedía espacio a la alegría. Mi casa se llenaba de voces virtuales. Mis hijos, quienes también lidiaban con la pérdida de su madre, encontraban momentos de normalidad y felicidad.

Joy Lynn, dedicó su vida profesional como psicóloga clínica a mejorar la salud mental de los niños en Puerto Rico. Qué apropiado resultó que, sin planearlo, su legado continuara a través de estas sesiones que brindaban alivio emocional a tantas familias.

La transformación: de lo virtual a lo presencial

Cuando finalmente pudimos reunirnos presencialmente, convertimos El Party De Carlos en algo más que un encuentro de música. Lo transformamos en una plataforma para continuar el trabajo de Joy a través de la Fields of Joy Foundation, destinando parte de los fondos recaudados a proyectos de salud mental para niños y jóvenes puertorriqueños.

También nació Chasing Sunsets, una experiencia de relax conectando con la playa, los atardeceres y el house music, como en los beach clubs de Ibiza o Mykonos.

Tanto El Party de Carlos como Chasing Sunsets han tenido varios capítulos, he tocado en Puerto Rico, Islas Vírgenes y pronto lo haré en Mykonos, vamos a ver a dónde más me lleva la buena música.

Carlos Cobián sonriendo mientras actúa como DJ en El Party De Carlos

Cinco años después: gratitud infinita

Hoy, al celebrar el quinto aniversario de El Party De Carlos, recuerdo con asombro y gratitud. Lo que comenzó como un momento de nostalgia, se ha convertido en una comunidad que celebra la vida, la música y la conexión humana.

Te invito a descargar el playlist de la primera transmisión de El Party de Carlos

A todos los que se conectaron aquella primera noche, y a quienes se han sumado en estos cinco años: gracias. Sin saberlo, ustedes me apoyaron en un momento difícil de mi vida. Cada mensaje, cada baile compartido virtualmente, cada historia de cómo estas sesiones les ayudaron durante la pandemia, fueron la mejor motivación.

Hoy mis hijos son jóvenes cumpliendo sus sueños, brillantes, con carácter, y una madurez que me llena de orgullo. Yo, sigo disfrutando la música, pero con una perspectiva muy diferente. La celebro acompañado del amor de mi nueva pareja, de mis hijos y de todos ustedes. Soy afortunado en esta nueva etapa y la estoy disfrutando.

Gracias, Puerto Rico, por transformar mi dolor en propósito, la soledad en comunidad, y mi música en un puente que nos conecta a todos. Que vengan muchos años más de música, baile y solidaridad. Me alegra saber que en una etapa donde reinaba el temor, tuvimos noches para despejarnos, para recordar nuestros inicios, y tener un motivo más para sonreír.

Me alegra aún más saber que seguimos reuniéndonos, pasándola brutal bailando en cada nuevo party.

Muchas gracias, mi gente, por estos primeros 5 años.

Carlos Cobián